domingo, 27 de julio de 2014

Federalismo Asimétrico: ruina de Castilla bajo los Austrias (I)


Sí sabemos, en cambio, algunos importantes datos económicos que explican cómo Castilla hubo de contentarse con el opio de las alabanzas de los gobernantes españoles, mientras la expoliaban en beneficio de otras regiones españolas. Todo el lujo de los nobles y el aparato bélico y civil del Reino de España -ya no el de Castilla ni el de León- salían del trabajo de los campesinos castellanos y leoneses y del de los indios americanos.
Jesús Torbado. Una Defensa de Castilla


Si existe un nefasto concepto que revolotea amenazadoramente cual pájaro de mal agüero sobre el actual debate territorial es el de "Federalismo Asimétrico". Popularizado en su día por el antiguo presidente de la Generalitat Pasqual Maragall, sigue sin ser desautorizado explícitamente por casi nadie. Y mucho nos tememos que hay grupos interesados en fijarlo como eje de un nuevo modelo  que se intenta colar de tapadillo a la sociedad española en general y al pueblo castellano en particular. Éste, descuartizado en varias comunidades autónomas irrelevantes, casi sin conciencia nacional y sumiso desde hace mucho a las élites políticas (actualmente denominadas "la casta"), se presenta como principal candidato a ejercer de víctima propiciatoria (por enésima vez) en los apaños entre dichas élites y los nacionalismos exacerbados de la periferia. 

Escudo de Carlos I. Se agradece el detalle de situar  las armas de Castilla en el lugar preferencial. Pero no compensa en absoluto la sangría a la que la sometió en beneficio de su dinastía y de los otros reinos. 

Efectivamente, surgen continuamente rumores (¿o son más bien globos sonda lanzados desde ciertas instancias?) sobre futuribles privilegios fiscales, oprobiosos dobles raseros en lo que a la relación con el Estado se refiere y diferentes techos competenciales. Todo ello es por completo ajeno a cualquier federalismo digno de tal nombre, y opuesto a la letra y al espíritu de cualquier constitución federal de cualquier país medianamente serio. Muy al contrario: el federalismo se basa precisamente en la igualdad entre los territorios constituyentes. No admite beneficios especiales para algunos que conllevarán necesariamente  enormes perjuicios para los demás.

Fieles a la esencia de este humilde blog, bucearemos en la historia para estudiar algo parecido a un precedente de este malhadado "Federalismo Asimétrico" con el que por lo visto se pretende castigar a los castellanos. Nos fijaremos someramente en como funcionaba España en tiempos de los Habsburgo, la dinastía austriaca entronizada en el siglo XVI, después de los Reyes Católicos.

Como sabemos, a la llegada al trono de Carlos I, la Corona de Castilla era  uno de los principales estados de Europa Occidental. Había dejado atrás la crisis de la baja Edad Media, y se estaba configurando como gran potencia marítima. Burgos era por entonces un importantísimo núcleo mercantil especializado en el comercio con Flandes, y por toda Castilla proliferaban ferias, entre las que destacaba la de Medina del Campo. Incluso estaba creciendo una no desdeñable industria textil en ciudades como Segovia y Cuenca. Y por si todo esto fuera poco, acababa de descubrir un prodigioso e inabarcable Nuevo Mundo. El futuro parecía ciertamente prometedor.

Pero desgraciadamente, Carlos dejó claro desde el primer momento que su  objetivo no era otro que mantener y acrecentar los laureles y el poder de  los Habsburgo, en interminable conflicto con los monarcas franceses. Para ello no iba a dudar en orillar los intereses de Castilla y utilizarla como fuente de ingresos y de tropas para alimentar las interminables guerras en las que se vería envuelto. En adelante, con los dineros y soldados castellanos se defenderían en Flandes y Alemania  los intereses de su dinastía y  en Italia y el Mediterráneo los de la Corona "catalano-aragonesa" . 

Consecuentemente, el descontento se extendió entre los castellanos y cristalizó en la rebelión de las Comunidades. Pese a sus éxitos iniciales, la traición de la alta nobleza, que terminó por ponerse del lado del emperador, propició que los Comuneros fueran derrotados en Villalar en 1.521. A partir de entonces, la aristocracia sería recompensada con importantes privilegios y suculentos cargos, pero perdió la capacidad de controlar al gobierno. Las instituciones castellanas se vieron privadas de competencias y sus  libertades de contenido. Nuestros antepasados quedaron reducidos a la triste condición de contribuyentes y reclutas, silenciosos e impotentes ante lo que se les avecinaba. Como escribió el gran historiador D. Claudio Sánchez Albornoz:
Los castellanos fueron sujetos por la realeza antes que ningún otro pueblo hispano, sin que en el duro trance del alzamiento de las Comunidades recibieran socorro ni aliento de quienes después hubieron de seguir la misma suerte.
A diferencia de lo que hicieron con Castilla,  los Austrias se andaron con pies de plomo en su relación con Cataluña y Vasconia. En aquella época eran territorios bastante menos ricos de lo que lo son hoy, con lo que la cantidad de recursos que podían extraer de allí era limitada. El mismo Carlos lo confesaba al explicar su negativa en cierta ocasión a viajar a Cataluña, jurar sus fueros, y de paso solicitar algunas contribuciones:
...las rentas y millones que podría cobrar a mis súbditos de Cataluña serían tan ínfimos que apenas podrían cubrir los costes del traslado de mi real persona para realizar dicho juramento.
Pero en cambio, la importancia estratégica tanto de Cataluña como de Vasconia era enorme. Su situación geográfica fronteriza les hacía  paso casi obligado para cualquier ejército francés o español que pretendiese atacar al país vecino. Convenía y mucho que estuvieran bien pobladas y sus habitantes lo más satisfechos posible con el rey. De no ser así, los incentivos para mostrarse pasivos ante el enemigo, o incluso cambiar directamente de bando podían ser grandes y de catastróficas consecuencias. Cosa que terminó comprobando muy por las malas el Conde-Duque de Olivares en 1.640. La situación, pues, favorecía sobremanera a catalanes y vascos. ¡Y vaya cómo la aprovecharon!

Se mostraron muy dispuestos a integrarse en el Imperio para todo aquello que supusiera ganancias y beneficios. Pero, escudándose en sus fueros, se resistieron con ferocidad inusitada a  contribuir en proporción a su población o su riqueza al mantenimiento del mismo. Y por supuesto todo lo que ellos dejaban de pechar, caía una y otra vez sobre los hombros cada vez más raquíticos  del pueblo castellano. Cedemos la palabra otra vez a D. Claudio Sánchez Albornoz:
Castilla no oprimió a las otras regiones. Insisto en señalar que la Corona de Castilla mantuvo casi sola la inmensa carga del Imperio español."¡Su aporte fiscal equilibró en el curso de las décadas las cifras a que montaron el oro y la plata americanos!". Invito a meditar sobre esta realidad para comprender y justipreciar la tremenda crisis castellana y para rechazar toda inculpación de responsabilidad a Castilla en la miseria española.

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